miércoles, 5 de octubre de 2016

Los OMEGA 3

¿Tan necesarios son?


Cada vez se nos presenta en el mercado una mayor oferta de los ya conocidos Omega 3. Pero…

¿Qué buscamos realmente cuando aconsejamos la ingesta de estos aceites?
¿Qué beneficios podemos extraer de ellos?
¿En que nos hemos de fijar a la hora de elegir uno u otro dentro de tanta diversidad?

Intentaremos pues ir resolviendo paso a paso estas pequeñas interrogaciones.

Primeramente deberíamos situarlos dentro de la escala de los lípidos o ácidos grasos, donde nos encontramos con la siguiente situación:

  • Saturados (sin dobles enlaces)
      • Ácido Butírico
      • Ácido Palmítico
      • Ácido Esteárico

  • Insaturados (con dobles enlaces)
    • Monoinsaturados (un doble enlace)
      • Omega 9 - Ácido Oleico
    • Poliinsaturados (más de un doble enlace)
      • Omega 6 - Ácido Linoleico, Ácido Gamma linolénico y Ácido Araquidónico
      • Omega 3 - Ácido Alfa linolénico (ALA), Ácido Eicosapentanoico (EPA) y Ácido Docosahexaenoico (DHA)


Según podemos observar mirando el esquema, la gran diferencia entre los diferentes lípidos radica sencillamente en la presencia o no de dobles enlaces entre los átomos de carbono que forman sus cadenas lipídicas. A mayor número de enlaces mayor cantidad de beneficios para nuestra salud, pero al mismo tiempo, mayor peligro de oxidación del aceite. Por ello, el EPA y DHA, son los ácidos grasos con mayor número de enlaces, y por tanto los más valiosos, pero al mismo tiempo los más sensibles en su conservación.

Esta es una de las razones que explica la gran variedad de precios que se nos presenta en el mercado. Ya que la industria ha ido buscando diferentes formas de extracción del aceite, hasta lograr la menos oxidativa, lo cual mejora los resultados a la vez que encarece el producto. Como este parámetro es difícil de medir, han clasificado el nivel de oxidación mediante el sello IFOS o bien la tabla TOTOX, donde el más fresco de los aceites debería encontrarse por debajo de los 20 o 27 puntos y de ahí en adelante la toma de dicho producto no solamente carecería de efectos para nuestro organismo sino que además agotaría nuestro propio almacén de antioxidantes, resultando por tanto perjudicial para nuestra salud.

También se ha de tener en cuenta la fuente de obtención del omega 3. Siempre será mejor la de pescado de tamaño pequeño y salvaje, como son las sardinas, los arenques o la anchoa, que no el de gran tamaño como el atún o el salmón, porque esto comporta una mayor concentración de tóxicos y metales pesados (plomo, mercurio, etc.). Otra buena fuente sería la de un tipo de marisco llamado krill, ya que forma parte de los niveles más bajos de la cadena alimentaria marina y es de los de menor tamaño. Y si queremos buscar una opción aún más pura recurriremos a las algas, que por ser las primeras en la cadena carecen totalmente de contaminantes.

Según vamos ascendiendo a lo largo de dicha cadena los contaminantes pasan de unos seres vivos a otros a través de la alimentación, y este hecho multiplica por millón los tóxicos presentes en el piso inferior. Las algas serían por tanto el origen de omega 3 más limpio, pero también el más caro por su baja disponibilidad y su costosa extracción.

Hay algunos productos que aún pareciendo que cumplen todos estos requisitos son de bajo precio. Esto se puede deber a que la pesca se lleva a cabo lejos, donde el pescado resulte más económico. Pero durante el transporte es cuando hay mayor peligro de oxidación, en consecuencia nos llegará aquí como una fuente ya muy oxidada.

También puede ser que hayan sido extraídos de peces cultivados en piscifactoría, pudiendo entonces presentar tóxicos potencialmente cancerígenos como por ejemplo los bifenoles o las dioxinas.

Otra fuente en la que podemos buscar una buena dosis de omega 3 es a través de la dieta, están presentes en los siguientes alimentos por orden decreciente:
  1. Pescado azul de pequeño tamaño y salvaje
  2. Otros pescados azules mayores como la caballa o el pez espada
  3. Algas
  4. Semillas de chía y en siguiente lugar semillas de lino marrón
  5. Frutos secos, sobretodo las nueces
  6. La soja, principalmente sus derivados fermentados

En todo momento, cuando aumentemos la ingesta de omega 3, tanto en complemento como a través de la alimentación, no hemos de olvidarnos del correcto equilibrio que han de tener con respecto a los omega 6. El perfecto balance sería en torno al 2:1, donde por cada ración de omega 3 deberían haber 2 de omega 6. Pero la ingesta de omega 6 en nuestra cultura es abundante sin necesitar un esfuerzo extra para aumentar su ingesta, pues está presente en todos los aceites vegetales (sésamo, girasol, maíz…), en los aceites de borraja y onagra, en las semillas, en los frutos secos y en todos los derivados de la soja.

Por el contrario, deberíamos tener cuidado de no excedernos con dichos omega 6, ya que si se produce el desbalance se convierten en proinflamatorios, aumentando por ello las crisis de dolor en enfermedades inflamatorias como las artritis.

Desde que ya tenemos clara la elección de nuestro omega 3 por excelencia, pasamos entonces a exponer sus múltiples beneficios.

Hablando específicamente de los dos más importantes, tendríamos por un lado el EPA, situado dentro del sistema circulatorio, en patologías como:
  • El aumento del colesterol HDL (“el bueno”)
  • La antiagregación plaquetaria para la prevención de la aterioescleroris
  • La disminución de los triglicéridos en sangre.

Y por el otro lado el DHA, que se centra más en el ámbito del sistema nervioso, actuando como:
  • Potente antioxidante de la retina para la prevención y tratamiento de la degeneración macular
  • Tomado durante el embarazo aumenta el coeficiente intelectual del feto y disminuye la presión postparto
  • Potencia la fertilidad tanto masculina como femenina.

Y una mezcla de los dos, EPA+DHA, sería de alta eficacia en el tratamiento de:
  • Las enfermedades coronarias
  • La hipertrigliceridemia
  • La hipertensión arterial
  • La artritis reumatoide
  • Las enfermedades cardiovasculares secundarias, así como su prevención


Cuando optamos por un producto que solamente presenta uno de los dos, hemos de recordar que la toma de DHA aumenta al mismo tiempo nuestra producción interna de EPA, pero en cambio el EPA disminuye la absorción del DHA. Por ello siempre es preferible elegir aquellos productos basados sólo en DHA o bien que incluyan una mezcla de ambos, y optar por el EPA sólo en casos muy concretos con base terapéutica específica y con un plazo pautado previamente por un profesional.

Y hablando ahora de una forma más global, os desglosaré su gran abanico de indicaciones con evidencia científica:

  1. Disminución de los efectos adversos de la medicación usada en el virus VIH
  2. Tratamiento general de afecciones respiratorias como: las alergias, Enfermedad Obstructiva Crónica (EPOC) y Síndrome de distress respiratorio agudo, Fibrosis quística
  3. Optimización del paciente crítico
  4. Afectaciones renales tales como: diálisis, Síndrome nefrótico, nefropatía por Inmunoglobulina A y urolitiasis idiopática recurrente
  5. Dismenorrea y menopausia
  6. Durante el embarazo: mejora en el desarrollo de cerebro y ojos intrauterino, así como aumento de la inteligencia infantil durante la lactancia materna
  7. Esclerosis múltiple
  8. Migrañas
  9. Aparato locomotor: dolor del cuello o del hombro de origen discal, artrosis y osteoporosis
  10. Obesidad
  11. Epilepsia
  12. Neuropatía
  13. Problemas de la piel como el eczema, la psoriasis y la mejor cicatrización de heridas
  14. Prevención de enfermedades cardiovasculares como: la angina de pecho y las arritmias cardiacas, así como tratamiento del by-pass coronario y la angioplastia transluminal
  15. Mejora del rendimiento atlético
  16. Tratamiento de patologías infantiles como el déficit de atención y de la hiperactividad infantil, así como el autismo y la dislexia
  17. Patologías psicológicas como el trastorno bipolar, la ansiedad y la depresión, así como la esquizofrenia y la discinesia tardía consecuencia de la toma de antipsicóticos
  18. Tratamiento del Síndrome de fatiga crónica
  19. Diferentes trastornos cognitivos como la demencia
  20. Mejora del funcionamiento del sistema inmune
  21. Potentes antiinflamatorios generales, así como en el tratamiento de las diferentes Enfermedades Inflamatorias Intestinales (EII)
  22. Enfermedades hepáticas, prostáticas y pancreáticas
  23. Lupus Eritematoso Sistémico (LES)
  24. Claudicación intermitente y prevención del ICTUS
  25. Fenilcetonuria
  26. Preclampsia
  27. Enfermedad de Raynaud
  28. Sepsis o infección sanguínea bacteriana
  29. Mejora de la recuperación tras cirugía, de la salud en general y de la calidad de vida


La dosis con efecto demostrable de una manera general para cualquiera de estas indicaciones sería de un gramo de la mezcla, en proporción 465 mg de EPA y 375 mg de DHA. Esto equivaldría a 650 g de bacalao, 312 g de gambas, 65 g de sardinas, 85 g de trucha o salmón, 57 g de arenques o 230 g de atún enlatado. Y si hacemos la equivalencia con respecto al aceite de pescado, una cucharada de este aceite sería similar a 3 g de la mezcla.

Durante el embarazo la dosis sería de 250 mg a lo largo de los 6 primeros meses y 500 mg el tercer trimestre. Mejor en este casos el de algas por la posible transmisión de metales pesados al feto. 

También se ha de saber que los niños presentan una mayor sensibilidad a la concentración neurológica de tóxicos como el mercurio, por lo que escoger igualmente aquí las fuentes más puras, ya sea de algas o de fuentes certificadas con sello IFOS.


En referencia a sus precauciones, hemos de tener en cuenta lo siguiente:

El efecto secundario más destacado es el de tipo grastrointestinal con posibles náuseas o vómitos, diarrea y a veces estreñimiento, reflujo, distensión abdominal, esteatorrea por dificultad en la digestión de las grasas, mal aliento... En este caso, a mayor calidad del producto menor será su incidencia. De cualquier manera son efectos pasajeros y sin importancia clínica.

Hemos visto que aumenta el colesterol HDL por lo que el paciente con hipercolesterolemia puede ver aumentado su colesterol total en las analíticas, pero este efecto es una consecuencia en cualquier caso positiva.

Por otro lado, debido a su efecto vasodilatador, hemos de desaconsejarlos si existe un desfibrilador implantado o riesgo de sangrado, hematuria o epistaxis. Y contraindicado en pacientes que tomen anticoagulantes o antiagregantes como el sintron.

Debido a que se trata de un ácido graso, posee alta cantidad de calorías, pudiendo provocar un aumento de peso, en cuyo caso aumentaría el riesgo de hiperglucemia en diabéticos si no se toman a dosis correctas.

También estaría desaconsejado en tumores benignos de colon como la poliposis adenomatosa familiar, ya que en estos pacientes aumentaría la posibilidad de desarrollo del cáncer.

Se ha de tomar con supervisión terapéutica en los casos de asma.

A largo plazo producirían una disminución de nuestra vitamina E, ya que es la encargada de evitar la oxidación interna del organismo. Por lo que sería correcto añadir un producto con mezcla de tocoferoles a dosis CDR.

Si la fuente de omega 3 elegida es el hígado de bacalao, debemos vigilar la cantidad de vitamina A y D del producto, ya que son vitaminas liposolubles y a altas dosis resultan tóxicas.


Con todo ello podemos concluir --- >>>


Los omega 3 se convierten pues en uno de nuestros mejores aliados a incluir de manera regular. Una sustancia nuevamente natural, que nos regala buena salud y en consecuencia un poco más de felicidad para disfrutar en nuestro día a día.

2 comentarios:

  1. La mezcla de EPA y DHA, es líder para casi todo, menudo lujo es tener ese producto a esas dosis. Son alucinantes sus beneficios. Gracias

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    1. Gracias a ti por compartir tus impresiones con nosotros!
      Los omega 3 están plenos de bondades, y sus dos reyes (EPA y DHA) son realmente eficaces en muchos tratamientos sabiendo utilizarlos correctamente y escogiendo fuentes de calidad.
      Un beso!

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