martes, 7 de febrero de 2017

Pura pasión por el MISO

Mucho más que una sopa... el poder de la soja fermentada.


Es el complemento por excelencia de la dieta Macrobiótica, acompañando casi todos sus platos e incluso formando parte del desayuno. Su origen se remonta a George Ohsawa, el fundador de dicha filosofía.

Se trata de una pasta compuesta en todo caso de soja fermentada durante un periodo más o menos largo de tiempo y posteriormente triturada muy finamente. Existen distintas variedades dependiendo del tiempo de fermentación, y dependiendo también de que lleven o no algún cereal añadido a parte de la soja como ingrediente principal.

Sus propiedades son muy extensas, y radican principalmente en este proceso de fermentación. Cuanto más tiempo dure dicho proceso, mayores propiedades adquiere el miso, pero también más fuerte es su sabor. Por ello tendremos que elegir un tipo diferente según el momento en el que nos encontremos, tanto desde un punto de vista de salud, como respecto a la etapa del año que estemos viviendo, con clima más frío o más cálido, y por supuesto con respecto a nuestra constitución física general.

Para empezar, y como detalle fundamental, deberíamos considerarlo uno de los probióticos más interesantes dentro de la dieta diaria. Su efecto a nivel intestinal es muy extenso, no sólo como depurativo sino también como inmunoestimulante.

Por otro lado, la gran concentración en enzimas que posee, fruto de la transformación de la soja durante su elaboración, le aporta valiosas propiedades digestivas, antioxidantes y equilibradoras del sistema nervioso. Esto se debe a que todo alimento fermentado o germinado pasa de ser un alimento vivo, y si nos alimentos de vida alargamos nuestra vida y aumentamos la calidad de dicha vida.

Hemos de tener muy presente que para aprovechar al máximo todas sus propiedades y disfrutar de un miso de calidad, es muy importante que su procedencia sea de cultivo orgánico y que nos indique el envase que no ha sido pasteurizado. De esta manera nos aseguramos de que la soja utilizada no es transgénica y que además conserva sus enzimas y fermentos vivos.

Vamos pues a conocerlo un poco más para poder introducirlo en nuestro día a día, como “alimento medicina” y como potenciador de sabor natural extra saludable. Porque una sopa en invierno es como un caramelo para un niño pequeño.


PROPIEDADES


  1. Remineralizante: rico en minerales tan importantes como el calcio, el magnesio y el hierro. Además ayuda a la absorción de nutrientes que forman parte del resto de los alimentos que ingerimos en dicha comida.
  2. Relaja y a la vez equilibra el sistema nervioso, de manera que resulta ideal tanto en la cena como en la primera comida del día aportando energía y vitalidad.
  3. Es un potente antioxidante, gracias a su concentración enzimática, las cuales luchan contra los radicales libres que nos oxidan día tras día.
  4. Posee una gran concentración de isoflavonas, por esta razón resulta un complemento ideal para preparar a la mujer cara a la menopausia y favorecer una etapa positiva en el futuro.
  5. Disminuye el exceso de colesterol endógeno, ya que mejora el funcionamiento hepático y la detoxificación en sus 2 fases.
  6. Es un suave hipotensor natural, además, al poseer un gusto salado particular evita el uso de la sal añadida en el plato.
  7. Regenera la flora bacteriana, gracias a su gran aporte de cepas probióticas diversas, actuando al mismo tiempo como prebiótico sobre la microbiota sana.
  8. Aporta calor interno, ideal en épocas de mucho frío. En verano, por contra, es preferible optar por las variedades más claras, facilitando así la expulsión del calor interno en exceso.
  9. Regulariza el pH: se trata de uno de los alimentos alcalinizantes más potentes que existen junto con el kudzu.
  10. Es altamente digestivo, ya que sus enzimas ayudan en el proceso de rotura de los alimentos en moléculas más pequeñas, facilitando así su asimilación intestinal y en consecuencia aumentando la absorción de los nutrientes que contienen.


TIPOS DE MISO


Hatcho-miso o miso negro


Es el miso compuesto exclusivamente de soja y aquel que presenta un tiempo de fermentación más prolongado, detalle que le otorga dicho color oscuro y un gusto muy fuerte en boca, es el más salado de todos y el de textura más densa.

Sólo es adecuado durante la temporada invernal de clima muy frío o bien en situaciones de mucha debilidad energética, incluso en momentos de enfermedad.

Miso negro al natural

Mugí-miso o miso marrón


En este caso la soja se combina con una pequeña proporción de granos de cebada. Es uno de los misos más comunes y que más agradan a los principiantes. Se considera la variedad más neutra y por tanto uno de los más adecuados para nuestra cultura y nuestras condiciones ambientales.

Si aún no te has iniciado en el mundo del miso, ésta es claramente tu elección.

Miso de cebada con fideos finos de espelta

Gemmai-miso o miso rojo


Se compone de una mezcla de soja con arroz integral. Su naturaleza energética estaría a caballo entre los dos anteriores. Es un paso más allá del mugí-miso, ligeramente más terapéutico y concentrado pero sin llegar a la fuerza del hatcho-miso.

Sería el más adecuado durante las épocas de clima templado, por ejemplo en primavera, o bien en épocas de cambios, como son los cambios de estación o incluso los cambios vitales en nuestras vivencias personales.

Shiro-miso o miso blanco


El miso blanco es un miso un tanto especial, un punto y a parte en su variedad, ya que es totalmente diferente tanto en su sabor como en su textura y usos. Su cereal de base es el arroz blanco, con una pequeña proporción de soja. Es más blando y muy poco salado, su sabor es más bien dulce, ya que el grano de arroz al fermentar transforma sus hidratos de carbono en melaza.

Resulta ideal para las estaciones de mucho calor como es la época estival. Su fermentación sólo dura alrededor de dos semanas, por ello trata situaciones de intensa ansiedad o de cansancio energético del bazo, causado por un abuso de sedentarismo o a consecuencia de un trabajo que exija alto esfuerzo mental. Ideal para la elaboración de postres o bien sopas suaves y tibias en verano.

Miso blanco con spaguettis de arroz cristal

Kome-miso


Antiguamente era el preferido de la familia imperial japonesa y de los samuráis, por tener un sabor muy refinado, que sólo los altos cargos podían disfrutar en sus comidas de gala. Su consumo en España comenzó a popularizarse hace tan sólo unos 100 años, por lo que es el más novedoso de los misos.

También se compone de soja con arroz blanco, pero en este caso a partes iguales, y lo que es más importante, su periodo de fermentación es mucho más prolongado que en el shiro-miso. De sabor parecido al mugí-miso, aunque algo más suave por sus tonos dulces y menos salados.


Conclusión


Hatcho-miso no pasteurizado
Disfrutar de algún líquido caliente antes de las comidas principales, ayuda al estómago a prepararse frente a los alimentos que le tocará ingerir en dicha comida, mejorando su digestión posterior, a la vez que disfrutando con mayor agradecimiento y placer del plato correspondiente.

Si nos acostumbramos a preparar una rápida y sencilla sopa de miso en algún momento del día de una manera regular, en seguida comenzaremos a notar sus múltiples virtudes sobre nuestra salud e incluso cara a nuestras emociones; de manera que no podremos ya dejar de disfrutar de este momento cada día.

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