jueves, 9 de marzo de 2017

La lucha contra el Cáncer - 1ª parte

¡Una batalla para ganar!


Hoy en día hay una enfermedad que aún se escapa al control del ser humano. Una enfermedad que aparece sin tener una causa concreta, pero que a la vez guarda una relación muy estrecha con respecto a muchos detalles de la vida cotidiana: la alimentación, la contaminación de nuestro entorno, el estrés, las emociones negativas, los hábitos tóxicos… Aún así, puede desarrollarse incluso en un terreno biológico en el cual no se den ninguno de los factores de riesgo hasta ahora conocidos o bien la herencia genética guarde un papel fundamental, pero sea como sea hemos de gestionar aquellos factores que sí que dependen de nosotros y son fácilmente modificables.

Por parte de la Medicina Alopática, ante esta caprichosa enfermedad a veces sólo queda la opción de la quimioterapia. Un tipo de tratamiento que constituye lo más alejado que existe a la Medicina Natural, ya que se basa en la toxicidad absoluta y por tanto desbalancea plenamente el equilibrio necesario para mantener la salud. Pero hay casos en los que o escogemos este camino o quizás no haya ningún otro. Es entonces cuando acudimos a la Naturopatía con el fin de disminuir al máximo los efectos secundarios de dicha toxina y en consecuencia podamos mantener el nivel más alto de calidad de vida antes, durante y después de su administración.

La quimioterapia afecta negativamente sobretodo a siete ámbitos fisiológicos de la persona, los cuales descubiremos punto por punto buscando sus posibles tratamientos y paliando al máximo sus síntomas.

1) Toxicidad medular


La anemia, trombocitopenia y leucopenia son los tres efectos secundarios más frecuentes. En parte se palia con transfusiones de sangre que reponen los hematíes y las plaquetas, pero no los leucocitos, ya que éstos son células especializadas de cada individuo. Por lo que para tratar la bajada de este tipo de glóbulos blancos se dan fármacos estimulantes de su formación a través de la médula ósea, el principal problema es que resultan de precio muy elevado.

En este caso nosotros disponemos de los hongos reguladores del sistema inmune. Lo más común es usar un complejo de los que han demostrado científicamente mejores resultados. Así tenemos el Coriolus Versicolor, conocido también con el nombre de Kawaratake o Cola de Pavo; el Shiitake, el Maitake, el Reishi, el Cordiceps y el Agaricus Blazei Murill o Champiñón del Sol. Según el tipo de cáncer se opta por uno de ellos o bien la mezcla de los más influyentes. Todos ellos poseen una elevada concentración de polisacáridos capaces de favorecer la apoptosis tumoral (muerte espontánea de las células cancerígenas). La forma de administración más correcta es en extracto seco a dosis de 1 a 9 gr/día y como mantenimiento preventivo serían suficientes unos 3 gr.

Su acción se ve potenciada si incluimos el oligoelemento Selenio o el Germanio 132, ya que éstos actúan al mismo tiempo como potentes antioxidantes. En todo caso los hongos han de ir siempre unidos a una vitamina C en forma de ascorbato para mejorar su asimilación y correspondiente metabolización.

2) Toxicidad digestiva


La inflamación de la mucosa bucal o mucositis es el primer síntoma desagradable detectado por el paciente oncológico. Esto se debe a que la boca está llena de múltiples bacterias y el paciente tiene los linfocitos bajos, fundamentales para su defensa. En consecuencia aparece el dolor y la disfagia (incapacidad para tragar), incluso en ocasiones se añade la proliferación de levaduras como la Cándida Albicans.

En este último caso indicaríamos colutorios a base de antifúngicos naturales, como el extracto de semilla de pomelo, y a parte la complementación con Lactoferrina, que además mejora la absorción de hierro, puesto que en la mayoría de los casos se produce una anemia secundaria al tratamiento médico. También existen complejos anti Cándida muy potentes, que incluyen varios componentes en una sola toma. Sin olvidarnos en ningún momento de la dieta diaria, rica sobretodo en una amplia variedad de verduras y todo tipo de alimentos alcalinos para mantener el pH lo menos ácido posible.

En la segunda etapa suele avanzarse hacia una inflamación de toda la mucosa intestinal, provocando hemorragias digestivas y diarreas; la cual cosa lleva a la desnutrición y con ello una mayor inmunodepresión. Es aquí donde hemos de complementar con el aminoácido L-Glutamina a dosis de 5 gramos diluido en agua cada noche antes de acostarse. De esta manera lograremos una regeneración más rápida de toda la mucosa, especialmente de tramo del intestino delgado. Lo ideal sería comenzar con la indicación de este aminoácido una semana antes, mantenerlo durante todo el tratamiento quimioterápico y continuar alrededor de dos a tres semanas después, según la demanda de síntomas álgicos.

La siguiente ayuda antiinflamatoria de la que disponemos son los licuados específicos de zanahoria pura certificada ecológica, procedentes de la dieta Gerson.

A través de la zanahoria disminuimos las constantes diarreas consecuentes de la quimioterapia, ya que esta verdura es principalmente astringente. Al mismo tiempo aportamos una gran concentración de beta-carotenos (principal pigmento natural provitamina A), que nos ayudan a la cicatrización y reparación de las úlceras de toda la mucosa digestiva y al mismo tiempo constituye un gran antioxidante de todo el tracto digestivo e intestinal.

También podemos potenciar los beneficios de estos zumos añadiendo un poco de manzana o un par de hojas de col y unas gotas de limón. La forma correcta de administración sería un vaso de 125 ml recién licuado a cada hora o más espaciado según la disponibilidad de cada paciente.

Junto con el licuado sería aconsejable suplementar con un omega 3 de buena calidad (sobretodo concentrado en el ácido graso DHA), ya que son potentes antiinflamatorios y además mejoran la asimilación de los beta-carotenos, que requieren de la ingesta simultánea de algún aceite para transformarse en nuestro organismo en vitamina A, ya que son nutraceúticos liposolubles.

Como siguiente alternativa tenemos los probióticos (bacterias amigas de la flora), que repueblan la mucosa intestinal y al tiempo aumentan toda nuestra línea inmuno-defensiva. Solamente estarían contraindicados en cánceres quirúrgicos muy agresivos, que provoquen una inmunodepresión excesiva. Ni tampoco en el caso de que el paciente esté tomando junto con el quimioterápico algún fármaco antifúngico o antibiótico, ya que en este caso las bacterias probióticas podrían volverse contra nuestro propio organismo.


Antes de cada sesión de quimioterapia haríamos un colutorio con una cucharada de aceite de girasol de primera presión en frío, ya que su concentración en vitamina E y en ácido linolénico nos ayudan a eliminar de forma local los tóxicos quimioterápicos a través de la saliva. A la vez que nos protegemos de los radicales libres propios de la enfermedad.

3) Vómitos


Como antiemético tenemos la raíz de jengibre, que además es un gran potenciador de toda la esfera yang de la persona desde el punto de vista de la Medicina China; de modo que aumentamos la vertiente energética de la persona necesaria para la erradicación del cáncer.

Lo ideal sería utilizar la raíz en polvo biológico, a dosis de un gramo al día. Si no es así tenemos como alternativa las cápsulas del extracto estandarizado en gingeroles, en cuyo caso la dosis sería de incluso 12 gramos al día.

Cada vez más estudios demuestran la efectividad de la cúrcuma en todo tipo de cánceres. Prepararse infusiones de cúrcuma entre horas o bien optar por la cápsulas concentradas en curcumina, también son una buena opción para calmar el sistema digestivo y al mismo tiempo actuar como potente antioxidante en esta lucha.



En el siguiente artículo continuaremos hablando de las 4 esferas siguientes con sus respectivas alternativas naturales.

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